El mundo actual está experimentando una enorme transformación. Las grandes ciudades siguen concentrando a buena parte de la población, ya que, por trabajo, estudios y ocio, atraen a una gran cantidad de personas. Sin embargo, la digitalización de muchos empleos está haciendo posible que cada vez más se pueda teletrabajar desde cualquier lado, y no son pocos los que eligen hacerlo desde un pueblo pequeño.
El motivo es simple: vivir en un pueblo pequeño es sinónimo de calidad de vida. En estas poblaciones se respira la tranquilidad, lejos de los ruidos y la contaminación urbana. Además, las viviendas, uno de los principales quebraderos de cabeza en las grandes urbes, son más económicas y espaciosas, por lo que permiten mayor comodidad con menos recursos.
Pero, quizás, uno de los aspectos que más valoran las personas que trasladan su residencia a un pueblo pequeño es la paz que se respira en él. Lejos quedan las grandes distancias, el estrés del metro o el tráfico, el humo y la gente caminando acelerada hacia cualquier sitio. En estas localidades el tiempo parece marchar a un ritmo diferente, más pausado, y la vida fluye como un río de aguas mansas que discurre sin prisas hacia el mar.
En estas poblaciones, además, abundan los productos ecológicos frescos, lo que permite a sus habitantes llevar una vida más saludable. Algo a lo que también contribuye la posibilidad de ir a cualquier punto de la localidad andando y respirando aire fresco.
El beneficio que podemos encontrar en los pueblos pequeños también redunda en nuestros seres queridos. Los niños crecen en plena naturaleza, tienen más espacio para jugar y aprenden a apreciar los beneficios de pasear por el campo o ingerir productos ecológicos frescos. Y las mascotas disfrutan de mayores espacios en los que correr y pasear.
Por último, las pequeñas poblaciones permiten realizar actividades muy gratificantes que en la gran ciudad son difíciles de llevar a cabo, como cultivar nuestro propio huerto, practicar senderismo o avistar aves.
Todas estas ventajas, junto con el propósito vital de divulgar una conciencia mediambiental, fueron las que llevaron a Pelle Lundborg a crear la Finca Solmark en la preciosa localidad malagueña de Carratraca. Un pueblo en el que se respira tranquilidad y se disfruta de muchos días de sol al año, con sitios cercanos maravillosos como El Chorro, El Caminito del Rey o el Parque Nacional de Ardales, y la posibilidad de desarrollar actividades tan gratificantes como la agricultura (cultivamos nuestros propios aguacates y fabricamos aceite), senderismo, excursiones para conocer los minerales de la zona, la Fiesta de padrinos, la visita guiada por la finca o experiencias gastronómicas para los amantes de la dieta mediterránea.
Si deseas disfrutar de la tranquilidad, el sol y la naturaleza de Carratraca, no lo dudes: ponte en contacto con nosotros y estaremos encantados de ayudarte a encontrar un buen alojamiento en este encantador pueblecito andaluz, ya sea para una estancia temporal o prolongada.
Y tú, ¿te atreves a dar el paso de abandonar la ciudad y vivir en un pueblo pequeño?
SOBRE FINCA SOLMARK
Finca Solmark es un EcoTurismo Rural de origen hispano-sueco que se dedica a la fabricación, comercialización y exportación a Europa de aceite de oliva, aguacate y otros productos ecológicos a Suecia. Dispone de un alojamiento rural con encanto y de varios proyectos de concienciación, divulgación y educación medioambiental.
Web: https://fincasolmark.com/ E-mail: hi@fincasolmark.com