El Diario ABC 
cuenta con el testimonio de nuestra Directora General, Anna Fransson, para analizar las razones que hacen de Suecia un país líder en innovación.  


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por Fernando Morales

Innovar es una cuestión de mentalidad. Al menos esa es una de las razones que ofrecen desde Suecia para explicar que este país nórdico encabece cada año el «European Innovation Scoreboard», el ranking de la UE que mide el rendimiento de los sistemas innovadores del Viejo Continente, y esté siempre muy arriba en el resto de indicadores globales similares. «La mentalidad sueca típica es que siempre puedes hacerlo mejor, siempre puedes desarrollarte», afirma Regina Summer, Program Manager International Cooperation de Vinnova, la oficina nacional sueca de sistemas de innovación. Una mentalidad que, como recuerda Summer, ya fue definida por otro emblema nacional con el que «crecen todos suecos», Pippi Calzaslargas: «Nunca lo había intentado antes, así que creo que definitivamente debería poder hacer eso».

Otra de las claves para el liderazgo tecnológico y digital sueco es la gran importancia que le dan al trabajo en equipo -aprendido desde pequeño en las escuelas- y a la colaboración entre diferentes entidades. Así, la estrategia nacional de innovación de Suecia se basa en gran medida en el denominado modelo de innovación triple hélice, donde academia, industria y administración interactúan para incentivar el desarrollo socioeconómico. Según declaran fuentes del gobierno sueco, «existe una fuerte cooperación entre estas tres entidades para dar respuesta a las necesidades de la sociedad».

Con ello han conseguido que el gasto en I+D se sitúe en torno al 3-4% del PIB del país, siendo en concreto en 2020 del 3,6%. «Son las empresas las que financian la mayor parte del I+D», mientras que el Estado representa, según Anna Fransson, directora general de la Cámara de Comercio Hispano-Sueca, «poco más de una cuarta parte». Por esta razón, ocho de las empresas del país en la industria de alta tecnología representan más del 60% del empleo del país, y suman el 92% de las inversiones en I+D en este área.

Sin embargo, la capacidad de un país para crear nuevas innovaciones, apuntan desde el gobierno sueco, no se sostiene solo en la cantidad de dinero que se invierte en I+D, sino también en la eficiencia con la que se usa el dinero. Señalan a las solicitudes de patentes concedidas como un indicador de esta eficiencia. En ese aspecto, Suecia también sale bien parada: es líder en la UE con patentes en Industria 4.0, y a nivel mundial está a la vanguardia, ocupando el quinto lugar. Una clara mayoría de las solicitudes de pantentes de Suecia se refieren a la investigación básica –destinada a mejorar las teorías científicas para una mejor comprensión y predicción de fenómenos naturales y que alimenta las innovaciones tecnológicas de la ciencia aplicada–. Ese campo, en Suecia, está dominado por la empresa de telecomunicaciones Ericsson, lo que permite al país ser el número uno en comunicación digital y un importante motor de innovación para toda Europa. Asimismo, es el segundo país del mundo con más empresas unicornios per cápita por año.

Además, la producción sueca se destina en gran medida a las exportaciones, donde la inversión en innovación es vital para garantizar su competitividad y presencia en el mercado global. «Es crucial que podamos mantener un entorno atractivo», aseguran las mismas fuentes.

Por eso, con el objetivo de fortalecer la competitividad internacional de Suecia y aumentar los incentivos para que el talento internacional elija el país, desde 2001, los empleados extranjeros clasificados como expertos, especialistas o investigadores pueden obtener una desgravación fiscal, el llamado «impuesto de expertos». Para el empleado significa que el 25% del salario y los beneficios en efectivo están exentos de impuestos. 

Pero España, a pesar de que desde 2012 la innovación crece a un ritmo constante, no sale tan bien parada en el ranking de la UE. Ni tan siquiera consigue pasar del segundo nivel -hay cuatro-, calificado como «innovador moderado».

Aún así, desde Suecia consideran que tienen con nuestro país «muchos denominadores en común» y son «relativamente homogéneos» en factores como el bienestar, la apertura al comercio y las nuevas ideas y cultura empresarial. La diferencia reside en el tamaño poblacional, la composición de la industria, el tamaño de las inversiones en I+D y en los sistemas nacionales de innovación.

Además, creen que las acciones que se pondrán en marcha en España tras la pandemia estarán centradas en los pilares de la innovación sueca: el crecimiento sostenible, verde, digital y que fomenta la igualdad y la inclusión.


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